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Gustavo Bueno Sánchez, en la casa de Niembro, en Llanes, en la que falleció su padre.
«No tenemos previsto participar en ningún posible acto de homenaje a mi padre»

«No tenemos previsto participar en ningún posible acto de homenaje a mi padre»

«Mientras yo esté en la Universidad de Oviedo, el archivo y la biblioteca van a seguir aquí ¿El día de mañana? Ya se verá»

M. F. ANTUÑA

Jueves, 1 de septiembre 2016, 00:41

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Heredó de su padre no solo el amor incondicional por la filosofía, sino también el gusto desmedido por el debate y la polémica. Gustavo Bueno Sánchez (Salamanca, 1955) preside la fundación que lleva el nombre de su padre y de su abuelo y tiene claro cuál es el camino a seguir de cara al futuro. Difundir la obra del gran pensador que hoy habría cumplido 92 años es la principal. Sin localismos, sin servilismos, sin gremialismos. Y sin fronteras. De hecho, ahora mismo la mirada académica de la Fundación Gustavo Bueno está puesta en México, donde se acaba de inaugurar en León la Facultad de Filosofía de la mano del Instituto Oviedo.

-Muere Gustavo Bueno. ¿En qué medida eso cambia el papel de la Fundación Gustavo Bueno?

-La fundación cumple en 2017 veinte años. Se constituyó con seis patronos fundadores de los cuales ya solo quedamos dos vivos, Javier Pérez Batalla y yo. Murieron la hermana mayor de padre, mi padre, mi madre y José María Laso. Somos una fundación privada, no tenemos ninguna representación institucional y somos absolutamente soberanos. Esto tiene su importancia porque hoy el patronato lo formamos los cinco hermanos, Batalla y Tomás García López, el secretario. Por definición somos de ámbito nacional, pero por estatutos está previsto que las actividades principales se desarrollen en Asturias y La Rioja. Su papel en términos filosóficos en relación a la obra de Bueno no es convertirse en vaticano u organismo censor y dictaminador sobre la buena aplicación del materialismo filosófico. Sería absurdo en un asunto como un sistema filosófico, que tiene que estar en evolución y donde la confrontación dialéctica es necesaria. No cabe pretenderlo. Lo que debemos y podemos hacer es facilitar la difusión de su obra, abordar la edición de las obras completas, y contribuir a la puesta en marcha de reuniones, encuentros, pero sabiendo que no tenemos la exclusiva sobre el materialismo filosófico. No hay cuestión de derechos de autor en las ideas.

-¿Qué futuro tiene el sistema?

-Nosotros estamos convencidos, y no es pasión de cercanía, de que el sistema del materialismo filosófico tiene vida por sí mismo. Hace más de 40 años de la primera publicación. La penetración o escala de un sistema filosófico no se mide por años, sino por décadas. No es sencillo, fundalmentalmente por el enfrentamiento que hay en los gremios a la hora de aceptar las novedades, y máxime en un sistema filosófico, donde en cuestiones políticas y religiosas encuentras siempre confrontaciones y maniqueísmos. Lo sabemos bien, a nosotros tan pronto nos ponían de rojos como de fachas. Y con la muerte de mi padre ha habido más reseñas de las que podíamos imaginar, pero ha habido un silencio casi total por parte de las organizaciones gremiales de filosofía de la universidad.

-El hecho de que muera el creador, ¿hasta qué punto cierra y afianza el sistema?

-Un sistema nunca está acabado. Y sistemas no hay tantos. No los ha habido históricamente. Ortega, que es el filósofo de referencia en España, siempre tuvo voluntad de hacer un sistema, pero nunca lo pudo cuajar. La tendencia tras la guerra fría fue ir contra ellos, pero eso es una cuestión ideológica, flácida, que pasa por entender la filosofía como un saber eterno, primordial, que va a marcar todas las cosas, que se confunde con los dogmas religiosos. Y no, la filosofía tiene que estar en continua actualización porque está enfrentándose con la realidad. El sistema del materialismo filosófico ha introducido en la teoría de la ciencia, la teoría de la religión y la teoría política una serie de distinciones muy potentes que tienen larga vida, que sin duda serán superadas y matizadas, pero a una escala de décadas, porque la realidad cambia mucho pero no tanto. El sistema tiene larga vida, lo cual no quiere decir que vaya a tener un éxito asegurado, entre otras cosas porque está escrito en español. Y porque hoy en día la mayoría de los profesores se dedican a hacer historia de la filosofía. Y si bien la filosofía no tiene que ofrecer soluciones pragmáticas, sí debe hacer críticas a los dogmas, a los fundamentalismos. Bueno decía en los últimos años que hemos dedicado mucho tiempo a hacer crítica al fundamentalismo político y religioso y tendríamos que incidir más en el fundamentalismo científico.

-¿Científico?

-Sí. Es el que hoy en día están potenciando los gobiernos, que ceden toda la responsabilidad a la ciencia. Cuando hay un problema de cualquier tipo hacemos un comité con soluciones para todo. Está por ver que haga falta más dinero para la ciencia. Se están invirtiendo barbaridades, pero el fracaso es total. El fundamentalismo científico es el de aquellos que se arrogan las claves para resolverlo todo sin tenerlas.

-¿Ha dejado su padre algún inédito sobre este tema u otros?

-Ha dejado muchas cosas. Hay muchas carpetas inéditas, muchas cosas medio acabadas, todavía no nos hemos puesto a mirarlo. Esa es otra fase de la labor de estudios de sus textos. Tenía montones de trabajos a medio elaborar, mucho expuesto en conferencias que no llegó a desarrollar y muchas ideas sugeridas en sus libros. Desarrollar lo que Bueno ha dejado sugerido da para el trabajo de muchas personas durante mucho tiempo. Uno de los grandes problemas de la ciencia es la definición y Bueno dejó los mecanismos del cierre categorial para hacerlo. Ahí hay mucho por hacer. En este sentido el futuro del materialismo filosófico, por su potencia analítica, es grande.

-¿En qué otros territorios planean meterse?

-Nos vamos a dedicar a procurar entrar en el terreno académico reglado, a través de cursos y másteres. Todo esto nos llega a través de la Facultad de Filosofía de León, en Guanajuato, México, que acaba de comenzar a funcionar. Hasta ahora solo teníamos los cursos de verano que desde hace 13 años organizamos con la Universidad de La Rioja en Santo Domingo.

-¿Y con la Universidad de Oviedo?

-Cuando constituimos la fundación, hace 19 años, lo primero que hicimos fue ponernos en contacto con el rector de entonces para tener relación. Y hasta nuestros días. Al siguiente rector le escribimos un carta. Y nada más. Tampoco nos hemos preocupado, no somos ni pedigüeños ni nos quejamos, si no se han puesto en contacto con nosotros es porque no les interesamos. El curso de Santo Domingo surgió del Ayuntamiento, estaban interesados y se hizo. Ahora nuestra sorpresa ha sido la Facultad de Filosofía de León, que un grupo privado de México vea necesario poner en marcha la primera facultad privada que no está en manos de la Iglesia nos parece muy importante. El promotor, que es un empresario de origen asturiano, sostiene, y coincidimos con él, que la formación filosófica es necesaria para todos, para un empresario o para un político, pero no entendiendo la filosofía como historia, como ser un erudito en Descartes, sino como tener claves para entender qué está pasando en el mundo. Esto no se resuelve con ideología barata.

-O sea, enseñar a pensar.

-Enseñar a pensar y a enfrentar, que es lo difícil. Todo el mundo está aferrado a sus dogmas y eso provoca enfrentamientos. Aquí políticamente hay dos actitudes. Nosotros teníamos previsto hacer la fundación en términos familiares, como modo de mantener el patrimonio familiar y derechos de autor, pero lo teníamos pensado casi en mortis causa, y en buena medida se hizo porque hace 20 años, cuando a Bueno le hicieron hijo adoptivo de Oviedo, el alcalde Gabino de Lorenzo nos preguntó qué más podía hacer el Ayuntamiento. Yo le comenté que teníamos previsto más adelante crear una fundación y al cabo de unos meses se puso en contacto un asesor y nos preguntó si tendríamos capacidad para llenar de actividad un edificio en la ciudad, dijimos que sí, y a raíz de eso se organizó una estructura, se hizo la fundación y nos cedieron por 50 años el Miñor. Gabino decía: «No entiendo de lo que habláis, pero lo respeto». Una postura liberal extrema: te reconoce cierta autoridad, que no eres un cantamañanas, cierto rigor, y no se mete. Y jamás nos han dicho nada. Sin embargo, hay otras posiciones que no son tan liberales. Hoy en España estamos viviendo unas fiebres populistas intervencionistas políticas que lo quieren controlar todo. Un ayuntamiento tiene que ser discreto, como el presidente de la comunidad de vecinos, que se dedica a que limpien el portal y no falte el agua caliente, pero ahora te quieren cambiar las costumbres, las normas. Las corrientes intervencionistas son cada vez mayores. Siempre estaremos agradecidos a la ciudad de Oviedo, que aprobó por unanimidad cedernos el Miñor, también es verdad que nos dijeron que nos darían un presupuesto que no tuvimos durante los primeros diez años y que ahora nos han quitado. Pero no pasa nada.

-Pero no hay buen rollo con el Ayuntamiento de Oviedo.

-Ni bueno ni malo. No hay. El único contacto con la Corporación elegida hace año y pico es que a la capilla ardiente vinieron representantes de todos los partidos políticos y mandaron una corona. Se lo agradecemos mucho.

-Hay preocupación por que el archivo y la biblioteca de Bueno se puedan trasladar a Santo Domingo.

-Somos una familia unida, pequeña, cinco hijos y cinco nietos, que nos llevamos bien y tenemos la vida resuelta. No necesitamos la herencia de nuestros padres para poder vivir. Con lo cual lo que hacemos es potenciar la fundación tal y como la entendemos, como una institución que está por encima de las personas. Lo que sí vamos a asegurar es que no se va a desbaratar ni la biblioteca ni el archivo de Bueno y que lo va a conservar la fundación.

-¿Dónde?

-La casa de Niembro va a mantener la biblioteca en la que trabajó durante 40 años. El piso de Oviedo, en el que hay otra parte de la biblioteca, pasa a sede de la fundación por testamento, y ahí vamos a tener el archivo de manuscritos. Con lo cual, que el Ayuntamiento decide rescindir la cesión del Miñor, que lo haga, peor para ellos, se perderán un montón de actividades para la ciudad.

-¿Creen que se va a rescindir esa cesión?

-Cualquier cosa puede pasar. No lo sé.

-¿Qué valor tiene la biblioteca?

-Tiene importancia, pero un valor material reducido. Son libros comprados por él hasta el año 1965. A partir de esa fecha, la biblioteca que monta es la del Departamento de Filosofía que está en la facultad. La suya tiene interés por la colección que forma y porque va a ser útil para citas, autores, etcétera, de cara a las obras completas. Es un material casi de archivo. Mientras yo siga siendo profesor de la Universidad de Oviedo, y parte del grupo principal de la fundación esté aquí, ese material va a seguir estando en Oviedo. ¿El día de mañana? Ya se verá.

-¿Va aumentar la actividad en Santo Domingo de la Calzada?

-Hay voluntad e interés por parte del Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada y la Universidad de La Rioja de que pongamos en marcha un instituto universitario. Eso permitirá hacer másteres y cursos. Las universidades están llamadas a cambiar muchísimo en los próximos años. Creemos que la enseñanza presencial cien por cien está tocada.

-O sea, que pronto habrá un máster.

-Uno o más. Nosotros en León ya estamos trabajando en títulos reconocidos por la Secretaría de Educación Pública de México, y ahí hay un potencial de alumnos grande. Tenemos mucha presencia en Hispanoamérica. Pero también queremos hacer cosas en España a dos o a tres bandas, con las universidades de Oviedo y La Rioja. La más cercana es la de Oviedo y por parte del Departamento de Filosofía hay un interés.

-¿Algo en concreto?

-Hay un proyecto genérico de que sería conveniente tener un máster de filosofía. Somos muy prudentes, no tenemos ninguna prisa. Lo que se haga será con tranquilidad y firmeza. La cuestión académica y de titulaciones nos interesa, pero en un segundo plano, siempre hemos huido de todos los vicios gremiales. Una de las funciones de la fundación va a ser evitar capillitas, manipulaciones o atribuciones.

-¿Qué quiere decir?

-Ni yo a título particular ni la fundación tenemos previsto participar en ningún posible acto de homenaje a Bueno. Si quieren hacer un homenaje para ponerse una medalla, que lo hagan. Le pongo un ejemplo: cuando a Bueno hace 20 años le dieron la Medalla del Principado de Asturias, él no la rechazó, por supuesto, pero a la ceremonia no fue nadie de la familia, fue él solo. Les extrañó mucho a los políticos del momento.

-¿A ustedes les extrañó que no asistiera ningún representante del Principado a la ceremonia de despedida celebrada en Santo Domingo de la Calzada?

-No, no. No me pareció ni bien ni mal. A título particular, es mucho más cómodo que no vengan. Hubiera sido desagradable tener que dar la mano a algunos. Institucionalmente, no opinamos. Estamos en otra escala.

-¿Cuál va a ser su política respecto a las ayudas públicas?

-En la fundación tenemos suficiente solvencia económica para poder mantenernos en el tiempo. Somos una institución muy modesta pero independiente y firme. Evidentemente, cualquier tipo de ayuda puede ser importante para potenciar actividades, pero desconfiamos al máximo, y más en los tiempos que corren, de crisis y falta de posiciones liberales. Hay que saber qué hay detrás de quien te da dinero. Otro ejemplo: nosotros no pusimos ninguna esquela, y la única que hubo fue de la Sociedad Asturiana de Filosofía. Decía que Gustavo Bueno era su presidente de honor. La fundó él, pero hace seis años, cuando se transformó en Sociedad Española de Filosofía, se desvinculó públicamente. Eso es querer apropiarse de la imagen de Bueno. No podemos impedirlo, pero... Se pueden organizar homenajes, pero nosotros nos vamos a mantener al margen. Lo cual no quiere decir que vayamos de sobrados y a romper con todo.

-Usted sabe que los proyectos cuestan dinero.

-Por supuesto. Pero hay muchos modos de hacer las cosas. No diría esto con tanta claridad si no tuviéramos la convicción del interés y la viabilidad de los proyectos de México.

-Todo apunta a México.

-Estamos ahora evaluando si vamos a crear una Fundación Gustavo Bueno en México. La legislación mexicana permite que lo hagamos con presencia de la fundación española. También allí se va a editar la revista 'El basilisco', que hemos estado publicando en Oviedo desde hace 30 años. La Facultad de Filosofía de León es nuestro buque insignia en términos académicos. No se puede patrimonializar que si esto es de Asturias o no, nosotros estamos en el ámbito de la lengua española, y somos patriotas a más no poder, pero quien defiende España defiende la hispanidad.

-¿No me diga que las obras completas también se van a editar en México?

-Es una tarea de años. Un proyecto de obras completas, como lo que hoy tiene que ser, con un instrumento paralelo por internet, creemos que en dos o tres años se pueden empezar a publicar. ¿Dónde? No lo sé, tampoco me preocupa. Hoy por hoy tenemos capacidad de hacerlo nosotros. Si hay ayudas, estupendo, pero no vamos a ponernos a mendigar. Somos conocidos y saben dónde estamos.

-¿Tienen previsto publicar algo próxidamente?

-Más que inéditos, hay obras que no han tenido formato libro, que se publicaron en multicopista en edición restringida. Vamos a preparar un texto sobre la presencia a distancia que tiene 30 años y es poco conocido.

-¿Qué valoración hacen de la repercusión pública que tuvo el fallecimiento de su padre?

-Hemos recibido cantidad de cartas y nos ha sorprendido el reconocimiento. También hemos visto la cicatería gremial, pero eso es lo esperable.

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