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Cristiano Ronaldo y Bale celebran uno de los goles.
El Madrid agudiza sus contradicciones
fase de grupos

El Madrid agudiza sus contradicciones

El equipo de Benítez recuperó sus mejores sensaciones antes de bordear el ridículo en el exilio del Shakhtar

Ignacio Tylko

Miércoles, 25 de noviembre 2015, 00:15

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Se presentaba el Real Madrid herido en un cruce de caminos fronterizo entre Polonia y Ucrania y mostró unos contrastes inimaginables que indignaron todavía más a su parroquia. Tras 75 minutos notables en los que recuperó las sensaciones de seguridad y contundencia que deseaba el atribulado Rafa Benítez, se empeñó en resucitar a un muerto. Fue un equipo autoritario hasta que emborronó su actuación al dejarse llevar, desajustarse y encajar los tres primeros goles en esta Champions.

Cristiano recuperó el olfato goleador, Bale percutió por la banda, Modric creció y Casemiro lo hizo todo bien menos un penalti absurdo con todo resuelto, pero bien harían los blancos en volver al diván. No es permisible encajar tres goles en menos de un cuarto de hora frente a un rival con las enormes limitaciones del Shakhtar del viejo Mircea Lucescu, que ha perdido a sus estrellas, sufría bajas importantes y jugaba en el exilio.

Con la excusa de las rotaciones, Benítez lanzó avisos a Danilo, Kroos, James y Benzema tras la debacle en el clásico del sábado. Hubo nada menos que siete cambios respecto al choque ante el Barça, pero dos fueron obligados por las bajas de Ramos y Marcelo, y otro fue el del portero, ya que quizá Keylor Navas aún arrastre molestias musculares. Oportunidad para Kiko Casilla, pésimo en el Pizjuán y cabizbajo tras la extraña cita de Lviv.

Con Casemiro -perfecto en los cortes y las ayudas a los laterales el brasileño-, Kovacic e Isco en escena junto a Modric, el Madrid pierde glamur pero gana equilibrio y sentido táctico. Juega con más centrocampistas, se parte menos, toca más y achica las líneas mejor.

El fútbol es más sencillo de lo que se cree, pero existe una tendencia a complicarlo cuando llegan las citas de enjundia y los entrenadores se sienten obligados a alinear a los fichajes más caros. No necesitan que nadie les sugiera nada porque ellos mismos sienten el compromiso. Y eso fue lo que le ocurrió a Benítez cuando se traicionó ante los culés. Seguro que Florentino Pérez no tuvo que persuadirle para que apostara por la 'BBC'.

En un duelo sin dramatismo frente a un rival plano, limpísimo y con enormes dificultades para cambiar de marcha, el Madrid se manejó bien hasta que decidió dimitir del partido. La consigna de la cohesión, premisa innegociable para Benítez, estaba muy presente en todos los protagonistas.

Isco, desastroso cuando entró ante el Barça y en lugar de ejercer como revulsivo se expulsó al golpear a Neymar sin balón, quiso reivindicarse. Se movió mucho, tocó a pocos toques, condujo poco y participó mucho. De sus botas nació la primer ocasión, marrada por Cristiano en el primer minuto.

Pasado el primer cuarto de hora, el Madrid se puso en ventaja, tras gran pase de Modric y Bale y un buen centro del galés que cabeceó Cristiano para liberarse de sus sequía en los últimos encuentros.

Ni siquiera la lesión de Varane, que obligó a Benítez a modificar la zaga al entrar Danilo en el perfil izquierdo y situarse Nacho de central, pareció complicarle al Madrid. El desarrollo del juego, sin embargo, reavivó el debate en torno al galés y su posición. Benítez volvió a ubicarle de segundo delantero, por detrás de Cristiano, y salieron a relucir debates recurrentes.

El 'expresso de Cardiff' se muestra romo cuando recibe de espaldas porque sufre una enormidad para girarse o tocar de primeras, es notable el percutir desde la derecha y desborda al arrancar desde la izquierda, con metros por delante y balones al espacio. Así llegó el gol y sufrieron los ucranianos.

De la autoridad a la indolencia

Si el Shakhtar tenía esperanzas de cambiar el desarrollo del partido en el arranque segunda mitad, el Madrid se las cercenó al salir con gran determinación en el segundo acto. Al tratar de abrirse el rival, halló más espacios para correr. Y ahí Cristiano adquiere gran protagonismo. Asistió primero a Modric para que el croata anotase el segundo gol y pasó poco después a Carvajal en el 0-3, un gol extraordinario en el que el lateral demostró que es muy superior a Danilo y que su suplencia ante el Barça fue de todo punto injusta. Tiró un caño y la elevó sobre el ángulo más alejado del portero. En 52 minutos, el choque estaba resuelto. Ahora sí que el Madrid debía jugar al pie para descansar sin perder la posesión.

El cuarto fue un ejemplo de lo que era el Madrid, letal al contragolpe. Bale explotó su velocidad por la izquierda, llegó hasta el fondo y su pase de la muerte lo aprovechó Cristiano a la segunda para anotar su séptimo gol en esta Champions. Se abrazaron el luso y el galés tirados en el suelo. Escenificaron unión y compromiso, aunque puede considerarse una celebración excesiva para un 0-4. De ahí al final, la actitud de los blancos fue, sencillamente, vergonzosa.

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