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Valdano posa durante su promoción.
«Madrid y Atlético tienen más ganas de ser italianos que españoles»
Fútbol | Liga de Campeones

«Madrid y Atlético tienen más ganas de ser italianos que españoles»

exfutbolista

Javier Bragado

Sábado, 28 de mayo 2016, 03:03

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El argentino Jorge Valdano (Las Parejas, 4-10-1955) disfrutó del fútbol como delantero en la selección argentina, Newell's Old Boys, Alavés, Zaragoza y Real Madrid, como entrenador en el Tenerife, Real Madrid y Valencia, y como director deportivo del Real Madrid en dos ocasiones. Hoy se mantiene ligado al balompié como comentarista de BeIN Sports y ha escrito el libro 'Fútbol: el juego infinito', en el que sus reflexiones orbitan en torno al cambio de modelo entre lo que él conoció en primera persona y el actual, con el que se le adivina menos confortable. Aunque advierte de que elige ejemplos de personas con las que no ha trabajado directamente, sostiene sus teorías con el Real Madrid y Argentina como elementos principales para desgranar las claves de la pasión que desata el fútbol. Por supuesto, en la semana de la final de Liga de Campeones, aprovecha para analizar con pausa el duelo madrileño.

¿En qué ha cambiado el Real Madrid desde que usted dejó las oficinas?

Ha cambiado el entrenador, que ha sabido desdramatizar un poco al club. El 'buenrollismo' de Zidane le ha convenido a la institución, a los aficionados y por supuesto al equipo, que vive con un punto de distensión que no tenía. Por otra parte, tampoco tenemos tantos elementos de análisis para definir a Zidane porque el tramo todavía es muy corto. Pero la sensación es que se siente cómodo, que tiene sintonía con lo jugadores y tengo la impresión de que es un hombre que no sólo sabe decir las cosas sino también escuchar. En un club como el Real Madrid donde hay tantas individualidades es un rasgo importante que ayuda a la paz y al entendimiento.

Además, tiene un apoyo muy claro de Florentino Pérez

Ahora tiene el apoyo de los resultados. Como dice Bielsa, el apoyo sólo se mide cuando alguien fracasa y Zidane todavía no ha fracasado.

En su libro señala que el problema de algunos directivos como Florentino Pérez es cuando se vuelven pasionales y dejan la racionalidad.

Es una recomendación para todos los presidentes de los clubes. Tienen que ver las cosas con una cierta distancia. Los entrenadores son generales, pero los presidentes tienen que ser dioses que ven el fútbol desde un plano distinto. No conviene bajar a las trincheras, eso sólo sirve para desgastar.

¿Hay alguien en el Real Madrid actual que le seduzca?

Hay un capítulo que hablo de Cristiano, otro en que hablo de Benzema, aparece Ramos en la final de la décima... Hay muchos jugadores del Real Madrid que por sí solos representan el cambio del fútbol, esa nueva condición de los futbolistas que han alcanzado la condición de héroes.

Y hoy son observados al milímetro.

Tienen muchas más obligaciones de las que tenían y muchas cosas de que las que defenderse, desde las redes sociales hasta la invasión de la vida privada, y una serie de obligaciones que les distraen de la vida temporal. Por ejemplo, a Neymar lo mismo lo vemos en el As que en el Vanity Fair. Se mueven en los dos planos con una naturalidad parecida. En nuestra época, si hubiéramos tenido que jugar ese doble papel no sabríamos si habríamos tenido que ducharnos antes o después de los partidos.

Eso recuerda a aquel entrenador que amenazó con quitar el espejo del vestuario si no ganaban el partido.

Exacto. Aterrorizaron todos. Un jugador tiene que ir a partirse la cabeza cuando tiran un córner y luego viajar a recibir un premio con avión privado y su peluquero favorito.

En esta semana es obligatorio pensar en la final de la Liga de Campeones. ¿Qué espera del partido?

El fútbol nos ha acostumbrado a tener sus propios planes. No siempre se juega el partido que se imaginan los entrenadores. En principio, por intuiciones preveo un partido bastante conservador, con dos equipos con más ganas de esperar que de atreverse, con más ganas de no cometer un error que provocárselo al contrario, y hasta con más ganas de ser italianos que españoles. Es el sino de las finales, se juega con mucha tensión y eso al final termina impregnando todo el partido. Dicho esto, a lo mejor vemos un gol a los tres minutos y lo revoluciona todo. Dicen los generales que no hay plan que sobreviva al primer balazo y en el fútbol pasa algo parecido.

También será ese duelo mental entre el modelo totalmente definido de Simeone y la moral ganada por el Real Madrid por el gol de Sergio Ramos en el descuento de la final anterior.

El Madrid tiene siempre más obligaciones que cualquier adversario que tenga delante, pero el Atlético tiene la aspiración de ser grande y para eso necesita la primera (Copa de Europa). Sería un golpe muy duro perder esta oportunidad.

Su última experiencia en el césped fue como entrenador en 2007. ¿Se encuentra más aliviado ahora para analizar el fútbol en un libro?

A lo de ser entrenador le di vuelta a la página hace mucho tiempo. Pero desde luego es un lugar más cómodo para reflexionar. De todos modos, no hablo sobre aquellos personajes sobre los que tengo una sólida información por haber trabajado con ellos. Hablo desde una mirada más abierta porque me ayudan a reflexionar sobre esta mutación que está viviendo el fútbol.

En el libro se observa que Di Stéfano le marcó mucho a usted para entender este deporte y al Real Madrid.

Exacto, Alfredo está presente como leyenda y ayuda a hablar de un fútbol que se nos ha ido de las manos, un fútbol con un perfil de unas dimensiones más humanas, por decirlo de algún modo.

¿Es otro fútbol realmente?

Del campo hacia adentro no. Las cosas que le pasaban a Alfredo cuando recibía la pelota serán más o menos las mismas que le pasan a Cristiano Ronaldo o le pasarán en estos días. Seguramente con otro ritmo, pero con dificultades parecidas. Lo que ha cambiado es del campo hacia a fuera y con tanta fuerza que está cambiando lo de adentro.

En su libro escribe sobre lo imposible de primar lo deportivo sobre lo económico o lo pasional sobre lo racional.

Sí, primar el partido o el debate del partido. Primar al aficionado que paga la entrada o al remoto que hay que conquistar para convertirlo en cliente. Además, lo que no hemos sabido es tender los puentes entre lo viejo y lo nuevo. Lo viejo es el juego mismo y lo nuevo es todo lo que pretende invadirlo, desde la tecnología hasta la economía.

No parece que le guste mucho ese nuevo fútbol

Me adapto con facilidad. El fútbol está dentro de la sociedad, de la cultura, del mundo y de la economía. Por lo tanto, hubo un tiempo en que el fútbol se parecía al lugar en que se jugaba. Decía Pasolini que en América era poesía y en Europa era prosa. Esa frontera estilista ha ido desapareciendo, pero lo que ocurre con el fútbol es que se parece al tiempo en el que vive, a la globalización. Por ejemplo, en su capacidad para acumular riqueza. Grandes equipos, grandes jugadores que ganan fortunas y que condenan a la clase media que pena por sobrevivir.

En ese nuevo fútbol destaca a Guardiola, especialmente por su pasión.

La pasión o la obsesión por el fútbol al final se terminan transformando en uno de los principales ingredientes de un gran entrenador por la sencilla razón de que la pasión ayuda a transmitir, a convencer. De ahí y del conocimiento nace el fenómeno Guardiola, como el fenómeno Simeone. Esa punta de fanatismo al final da muchos resultados. Como dijo Bielsa, lo que no puede hacer un entrenador es hacer una cosa y la contraria. Estos entrenadores tienen ideas fijas y es más fácil transmitir.

Simeone como entrenador ha ido cambiando sus esquemas de juego pero ha mantenido su liderazgo. ¿Eso cómo se consigue?

Es muy difícil, muy difícil. Los dos elementos que ayudan a medir al gran entrenador son que los equipos se parezcan a él y, por otro lado, que eso tenga continuidad. Cualquiera de las dos cosas es dificílisma.

Hablando de cosas difíciles. Desde un punto de vista argentino, ¿cuesta más hacer a Racing de Avellaneda campeón o al Atlético de Madrid ganar la Liga de Campeones?

Todo tiene su dificultad. El Atlético la tiene porque pelea con recursos menores frente al gigantismo de Madrid y Barcelona. Pero el fútbol argentino es muy complejo. Casi no conviene enamorarse de ningún jugador porque dos meses después se lo llevan.

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