Patrimonio tira de artillería

Se fabricaron entre los siglos XVII y XIX para ser utilizados como piezas de artillería. Con el tiempo, algunos servirían como puntos de amarre para las embarcaciones del puerto de Gijón. Su colación frente a las aguas del Cantábrico les ha sometido a la corrosión del salitre, provocando un deterioro que se ha visto acusado por actos vandálicos. Con todo, su valor histórico es innegable. Por eso, la Consejería de Cultura los ha seleccionado para formar parte del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias.

El documento recogerá un total de 49 antiguas piezas de artillería de Asturias, de las que nueve se encuentran en el litoral gijonés. Se trata de dos cañones del cerro de Santa Catalina y siete norays, «de los que se tiene seguridad de su origen como piezas de artillería», según consta en la resolución publicada ayer en el BOPA para iniciar la tramitación del expediente.

Los norays seleccionados se encuentran en la punta Lequerica (2), la zona de la Antigua Rula (3) y el muelle del Carbón (2) y fueron localizados durante una serie de trabajos de prospección llevados a cabo en el entorno portuario. Los exámenes realizados a las distintas piezas, que se extractan en el documento publicado, no permiten concretar su fecha de fabricación, pero sí describir con detalle algunas de sus características, una guía útil para situarlos en las distintas épocas históricas.

Así, por ejemplo, respecto a uno de los bolardos que se encuentran en la zona de la Antigua Rula, el documento de la Consejería de Cultura refleja que su perfil y la forma de la culata «hacen que puedan ser considerados como un modelo artillero anterior a las piezas de ordenanza navales del siglo XVIII». De otra de los elementos señala que su figura recuerda «a los de artillería naval de la segunda mitad del siglo XVIII».

Fundidos en Escocia

Respecto a los cañones de Santa Catalina, que se encuentran cerca de los restos de las antiguas fortificaciones, Cultura expone que se trata de dos piezas de artillería naval de hierro colado que tienen una longitud de algo más de tres metros y un diámetro máximo de 50 centímetros.

Ambas piezas datan del siglo XVIII y su signo distintivo, el estudio refleja que «en la parte delantera se aprecia el clásico brocal de artillería naval del siglo XVIII». Además, se apunta que varias de sus características hacen presumir que «se trata de piezas realizadas a partir del modelo 1773».

El texto recoge también que los cañones del Cerro «bien pudieran haber sido fundidos por la Marina española en Carron (Escocia)». Entonces, se destinaron a la defensa de la bahía de Gijón, pero ahora forman parte del paisaje y de la cultura de la ciudad, que les anexó paneles explicativos. Su estado de conservación es aceptable, si bien la acción del agua de mar ha provocado la oxidación de algunas zonas.